martes, 30 de diciembre de 2008

Me contaba la abuela…

El otro día decidí hacer una colcha de retazos.

Todos los restos de paño que guardé iban a servir, como si cada uno tuviese su historia para contar.

Al pegar cada pedazo, me acordaba de personas, de acontecimientos...

Colores que a primera vista no combinaban, formas y dibujos totalmente diferentes, todo se juntó.

Fui a coser.

La colcha quedó lista. ¡Y qué bonita quedó!

Me quedé pensando...

Los seres humanos fueron creados todos diferentes. Ninguno es igual al otro.

Nada de repetición, ni de monotonía.

Y no son diferentes sólo físicamente.

Todos piensan diferente, sienten diferente, actúan diferente.

Uno completa al otro. Uno apoya al otro.

¡Qué maravilla es una colcha de tantos seres diferentes, formando la humanidad!

¿Por qué quiero que todos sean iguales, piensen igual, sientan igual?

Yo soy un pedacito en el gran conjunto.

Embellezco su creación de un determinado modo.

Otros realzan otros colores, otros padrones.

Importante es querer ser cosido a los otros retazos y no quedar aislado.

Todos unidos procurando la unión y la fraternidad, cada uno de su modo, forman la gran colcha de la humanidad.